Estás embarazada y te encuentras en mitad del segundo trimestre de gestación. De repente, sientes unas ansias intentas por comerte una bolsa de papas fritas remojadas en mayonesa. Quizá te sorprenda, pero no puedes dejar de reprimir el deseo por comerlas. Se tratan de los conocidos como antojos del embarazo, tan comunes como populares. Pero, ¿qué ocurre cuando sucede prácticamente lo contrario?. Las aversiones a la comida son igualmente habituales, y afectan a muchas embarazadas cada día. Indagamos en esta ocasión acerca de ellas.
Es bastante probable que ya hayas escuchado o leído algo acerca de los antojos -curiosos y extraños- que muchas mujeres experimentan durante el embarazo. Incluso, si ya has estado embarazada (o incluso lo estás en estos momentos), es bastante probable que también los hayas tenido tú mismo.
Pero los antojos también poseen su lado negativo, o mejor dicho, contrapuesto: una vez que estés embarazada, es posible que no tengas ganas de tomar ese café con leche que, anteriormente, sí te ayudada a despertarte y funcionar todos los días. Incluso es posible que si quiera soportes que tu pareja lo prepare en la cocina (aborreces hasta su aroma, llegando a provocarte auténticas arcadas y náuseas).
Son las aversiones a la comida en el embarazo. Se estima que alrededor de la mitad de todas las mujeres embarazadas suelen tener una o más aversiones a los alimentos. De repente, sin previo aviso, no pueden soportar ciertos alimentos, a pesar de que antes llegaran a amarlos.
Es bastante probable que la taza de café se sitúe entre los primeros en la lista de aversiones. Pero también es posible que ya no quieras comer carne, huevos, comidas picantes o demasiado grasas.
Si una embarazada tiene aversión a la comida es probable que también tenga náuseas matutinas, náuseas y vómitos, que pueden aparecer no solo por la mañana tras levantarse de la cama, sino también por la tarde o por la noche. Y se calcula que tanto las aversiones como las náuseas matutinas suelen comenzar, a menudo, con una semana de diferencia. Generalmente durante el primer trimestre de gestación.
Y aunque las aversiones a los alimentos o los antojos se encuentran en su máximo apogeo alrededor de la primera mitad del embarazo, y luego tienden a desaparecer poco a poco, hay mujeres que pueden sufrirlos los 9 meses completos de gestación, e incluso más allá. O también puede ocurrir que desaparezcan, para de repente volver.
¿Cuáles son las causas de las aversiones a la comida en el embarazo?
En realidad nadie sabe exactamente de dónde provienen las aversiones a la comida. Al menos, no se conoce a ciencia cierta. Pero al igual que ocurre con otras cuestiones y síntomas durante el embarazo, es probable que la historia comience con las hormonas. Y se cree que la hormona gonadotropina coriónica humana sea una de las ‘culpables’.
Se trata de una hormona fundamental durante la gestación, que tiende a alcanzar su punto más alto durante el primer trimestre de embarazo (alrededor de la semana 11), para luego comenzar a disminuir poco a poco.
Si tenemos en cuenta que es durante esta etapa cuando las mujeres embarazadas suelen tener más náuseas y vómitos, se cree que probablemente todo esté relacionado.
No obstante, también se cree que otras hormonas puedan estar detrás de los cambios que se producen en el olfato y en el sabor de algunas mujeres embarazadas.
Se sabe que muchas embarazadas suelen tener un mayor sentido del olfato y del gusto, de manera que cualquier cosa que tenga un olor fuerte puede causar que sienta náuseas. Aunque no se trate de un problema en sí mismo, ya que por ejemplo muchas personas suelen tener aversión al pollo, y sin embargo es un alimento que no posee un olor tan fuerte.
Los diferentes cambios hormonales que ocurren durante la gestación hacen que la embarazada produzca más saliva. Y, para algunas mujeres, esto puede traducirse en tener un sabor metálico en la boca. A pesar de tener poco que ver con las aversiones, cuando sucede la embarazada no quiere comer nada.
En cualquier caso, para muchos expertos las hormonas son el comienzo y el final en la historia de las aversiones a los alimentos en el embarazo. Creen que no querer comer algunos alimentos es el resultado de las hormonas descontroladas en la gestación.
Pero otros creen otra cosa: junto con las náuseas y los vómitos, defienden que las aversiones a los alimentos poseen el propósito de alejar a las mujeres de aquellos alimentos que pueden contener algún elemento perjudicial para la embarazada o para su bebé.
Y, para impulsar esta teoría, se sabe que las mujeres que presentan náuseas matutinas tienden a tener menos abortos involuntarios, o un riesgo mucho menor de sufrir un parto prematuro.
Se trata de una teoría cuanto menos curiosa, pero que también podría tener cierto sentido. En el primer trimestre, cuando las aversiones a los alimentos aparecen, también es el momento en el que el bebé se encuentra en la etapa de desarrollo y crecimiento más importante, siendo además más vulnerable.
Por ello, y aunque las aversiones a los alimentos rara vez son dañinas para la futura mamá o el bebé, en ocasiones puede ayudar a evitar aquellos alimentos que no son tan buenos en la gestación. Es lo que ocurriría, por ejemplo, con el café, uno de los alimentos que suele situarse el primero en la lista de aversiones.