El yodo es un mineral fundamental en cualquier etapa de la vida, principalmente por la diversidad interesante de funciones en las que interviene o participa, ya sea directa o indirectamente. Pero, sobre todo, lo es aún más durante el embarazo. De hecho, es común que la mayoría de vitaminas prenatales que los médicos prescriben al comienzo de la gestación incluyan yodo en su composición, además de otros nutrientes igual de importantes, como por ejemplo podría ser el caso del ácido fólico y el hierro.
¿Qué es el yodo?
El yodo es un micronutriente esencial para la vida. ¿Sabes por qué? Fundamentalmente porque participa en una función ciertamente importantísima: interviene en la síntesis de las diferentes hormonas tiroideas (tiroxina y triyodotironina). Por ello, su carencia puede provocar que la glándula tiroides no sea del todo capaz de producir la cantidad necesaria de estas hormonas.
Esto puede ocasionar distintos problemas en el organismo, ya que estas hormonas participan en la regulación del metabolismo, el desarrollo cerebral y en el crecimiento. Y, además, apoyan una función saludable del corazón, los huesos, los músculos y también de nuestro sistema inmunológico.
Es un micronutriente descubierto en el año 1811 por el científico Bernard Courtois, aunque fue el científico Gay-Lussac quien finalmente lo bautizó bajo el nombre griego de ‘iodés’ («violeta»), al observar que al calentarse desprendía unos llamativos vapores de color violeta.
Principales funciones del yodo
La importancia del yodo tiene que ver especialmente con su participación en la síntesis de las hormonas producidas por la tiroides, las cuales son esenciales para el correcto funcionamiento de nuestro organismo.
De hecho, estas hormonas participan en una amplia diversidad de funciones, entre las que podemos destacar: desaceleran -o aceleran- los latidos de nuestro corazón, participan a la hora de elevar o disminuir nuestra temperatura corporal, forman parte del metabolismo al regular la velocidad con la que nuestro cuerpo quema las calorías y controlan la forma en la que los músculos son capaces de contraerse.
Además, también llevan a cabo una función aún más importante si cabe: controlan la velocidad a la que nuestro cuerpo reemplaza aquellas células que han muerto.
¿Por qué el yodo es tan importante durante el embarazo?
Durante el embarazo, el yodo es sumamente importante al mantener la función normal de la tiroides, al ser una glándula que regulan las hormonas que controlan el metabolismo, la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca y otras funciones corporales básicas.
Además, obtener el yodo suficiente asegura que el bebé también pueda desarrollar una tiroides saludable y normal.
Y es que se ha constatado que, en el caso raro de que un bebé tenga una tiroides poco desarrollada, nos encontramos ante una condición que puede derivar en bajo coeficiente intelectual, sordera, retrasos en el desarrollo, defectos de nacimiento, cretinismo (crecimiento físico y del desarrollo gravemente atrofiado) y en los casos más extremos la muerte.
Así, la Academia Americana de Pediatría (AAP) coincide con la Asociación Americana de Tiroides (ATA), al señalar que las mujeres embarazadas y en periodo de lactancia, al poder carecer de cantidades adecuadas de yodo en su dieta, deben tomar un suplemento diario con al menos 150 mcg de yodo, recomendándose especialmente el «yoduro de potasio».
De esta forma, alcanzarán los niveles recomendados de 220-250 mcg de yodo al día, que deberá completarse a través de la alimentación diaria.
¿Y durante la lactancia materna?
Durante la lactancia materna el yodo es también clave, ya que pasa al bebé a través de la leche materna. Esto significa que, el yodo que consumes a través de la alimentación durante el tiempo que dure la lactancia, estará pasando igualmente al bebé, y continuarás apoyando el correcto desarrollo de la tiroides y el cerebro del pequeño, hasta que empiece a comer alimentos sólidos.
Principales fuentes de yodo
Además del suplemento prenatal de yodo que probablemente tu ginecólogo te prescriba al comienzo del embarazo, la deficiencia de este micronutriente se suele corregir con el consumo de sal adecuadamente yodada.
Además, también existen alimentos naturales que poseen una mayor concentración de yodo, ya que absorben el yodo presente en el mar. Es el caso de los pescados, mariscos, crustáceos, moluscos y las algas marinas. Las carnes, frutas y algunas verduras también contienen yodo, aunque en menor cantidad.
Por otro lado, bebidas como la leche -y sus derivados- también cuentan con este importante elemento.
Originally posted 2019-07-03 09:17:24.